Los griegos tienen uno de los más bellos mitos sobre el origen de las plantas en la historia de Ciparisos que nos ha sido contada por Ovidio.
Apolo, o en otras versiones Céfiro o el Silvano de Roma, se habían enamorado de él (de Ciparisos). Un ciervo sagrado era su compañero inseparable, y un día, mientras el animal dormía acostado a la sombra, Ciparisos lanzó por equivocación su jabalina y le dio muerte. Desesperado, el joven rogó a los dioses que le permitiera llorarlo eternamente y éstos lo convirtieron en un ciprés. Apolo dijo entonces: "Yo te lloraré siempre. Tú llorarás por los demás y sentirás su dolor"
Desde entonces se planta junto a las tumbas como signo de duelo.
Apolo, o en otras versiones Céfiro o el Silvano de Roma, se habían enamorado de él (de Ciparisos). Un ciervo sagrado era su compañero inseparable, y un día, mientras el animal dormía acostado a la sombra, Ciparisos lanzó por equivocación su jabalina y le dio muerte. Desesperado, el joven rogó a los dioses que le permitiera llorarlo eternamente y éstos lo convirtieron en un ciprés. Apolo dijo entonces: "Yo te lloraré siempre. Tú llorarás por los demás y sentirás su dolor"
Desde entonces se planta junto a las tumbas como signo de duelo.
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